La principal adaptación de las plantas suculentas a largos periodos de sequía es la capacidad que tienen para almacenar agua en sus tejidos gracias a unas células especialmente adaptadas y que confieren a esos tejidos una estructura esponjosa. Además, muchas de estas plantas disponen de diversas adaptaciones fisiológicas en los tallos y en la disposición de las hojas para soportar esas condiciones de adversidad hídrica.

Pero sin embargo el mecanismo mas llamativo que han conseguido desarrollar estas plantas es la modificación del ciclo de la fotosíntesis. Mediante este proceso las plantas utilizan la energía del sol para producir azucares que usan para su crecimiento y desarrollo, capturando el dióxido de carbono del aire y liberando a la atmosfera oxígeno. Este intercambio de gases lo realizan mediante los estomas, a través de un orificio, el ostiolo. Cuando se abren los estomas se facilitan el intercambio de estos gases, pero se pierde una cantidad importante de vapor de agua. Si bien en una planta normalmente la fotosíntesis se realiza durante el día, ya que necesita energía luminosa, en el caso de determinadas plantas suculentas (Crassulaceas, Cactaceas, Euphorbiaceas, Aizoaceas…..), los estomas se cierran durante el día y se abren durante la noche, cuando se reduce la transpiración. En este ciclo tan particular conocido como metabolismo CAM el dióxido de carbono se fija mediante una reacción especial durante la noche, siendo utilizado posteriormente durante el día, maximizando con esta ventaja adaptativa la eficiencia en el uso del agua. De esta manera una planta suculenta CAM pierde entre 50 y 100 gramos de agua por cada gramo de dióxido de carbono fijado,  mientras que una planta como una patata o un manzano  por cada gramo de C02 fijado, pierde entre 400 y 500 gramos de agua.